Como toda buena historia, la prota empieza un poco perdida.
Ser fisio nunca estuvo en mis planes.
Si estás esperando leer eso de “siempre supe que quería hacer esto”… Ups!
Yo de pequeña quería ser, según el día, bióloga, veterinaria o peluquera.
Cuando se acercaba el momento de decidir, no sabía qué quería estudiar.
No es que tuviera dudas, es que no tenía ni idea.
Perdida, perdida, perdidísima.
La inspiración me llegó unos meses antes de selectividad.
Ahí vi la luz y lo tuve claro.
En este momento es cuando se tuerce un poco la cosa.
Ya que este sistema y las notas de corte no lo hicieron posible.
Nunca he sido de darme por vencida, y habiendo descubierto mi vocación, mucho menos.
Quería ser fisio.
Y si no era por el camino tradicional, daría algunas vueltas, pero lo conseguiría.
Me formé en quiromasaje.
Empecé a trabajar en un balneario y después en unos baños árabes, mientras me sacaba el módulo que necesitaba para entrar en la universidad.
Estudié Fisioterapia, pero había una especialidad que me rondaba la cabeza.
Mi tía me había hablado mucho de Rolfing y sabía que ahí estaba mi verdadera pasión.
¿Un problemilla?
La formación era en Alemania, en inglés, y aunque lo hablaba, no tenía el nivel tan alto como para aprovechar la oportunidad al máximo.
Volando voy, volando vengo.
Así que aquí estaba yo, maletitas hechas, rumbo a Dublín, donde pasé un año haciendo burritos en un restaurante mexicano.
No sólo conseguí perfeccionar el idioma, hoy me salen los burritos para chuparse los dedos, pero esta historia no termina en México (por lo menos de momento).
Ahora sí que sí, volé a Munich.
Por fin, pude hacer esa formación y exprimirla a tope, para volver y poder vivir una vida que me encanta, con mi propia clínica, en la que puedo ayudarte a ti y a todos los pacientes que pasáis por aquí.
¿Por qué conformarme si puedo pedir más?
La fisioterapia es sólo la punta del iceberg de todo lo que hago.
Porque es cierto que hay mucho más allá de sentirse bien o mal y confiar todo a un tratamiento manual.
El Rolfing me abrió la puerta a profundizar más en este camino.
Y ver los avances que hacen mis pacientes me lo confirma cada día.
En ese sentido, la PNI vino a completar ese cuadro de servicios que ofrezco y que complementan todos los cuidados que quiero darte.
Te cuido por fuera, te enseño a cuidarte por dentro, y juntos educamos a tu cuerpo para que sea un buen compañero y no un obstáculo que te frene.
Una de las frases que más me gusta es “Tu cuerpo es tu hogar”.
Cuídalo.
No tienes otro, y te va a durar toda la vida.
Y si no tienes claro por dónde empezar, no esperes más.
Conóceme un poquito mejor.
Además de devorar cada libro, artículo o seguir a cada profesional actualizado de todo lo que acabas de leer, cuando no estoy en la clínica, puedes encontrarme en:
→ Una librería, puedo pasarme horas en una.
→ Mi cocina, haciendo alguna receta de los libros de cocina que colecciono mientras me tomo una infusión en mi taza favorita (¡me vuelven loca!).
→ Clase de cerámica, o en cualquier taller de manualidades en los que pueda hacer cosas creativas con las manos.
→ Plena naturaleza, sobre todo, en la playita.
→ O uniendo todo esto, en un picnic en la playa para disfrutar de la puesta de sol, con una buena cestita de cositas preparadas al son de una banda sonora relajante.
¡Ésta soy yo!
El siguiente paso, es que me cuentes tú.
Te espero.
Un abrazo,
Marta
Hola, mi nombre es Marta, soy fisioterapeuta en Sevilla
Para mí, esta profesión no es solo una forma de ganarme la vida, sino que es algo con lo que disfruto y aprendo cada día, con cada paciente, con cada dolencia… Me apasiona el cuerpo humano y esto se refleja en mi forma de trabajar.
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