Marta Pichardo

Razones para que no te protejas de la exposición solar

No, no me he vuelto loca ni voy a escribir este artículo diciéndote que no uses crema solar.

Pero una cosa es verdad.

El sol está demonizado hoy en día.

Hay miedo al sol.

Lo curioso es que es fuente de vida, lo ha sido siempre. Hombres y mujeres han vivido a lo largo de la historia al sol, y fue hace (más o menos) poco cuando saltaron las alertas sobre su peligrosidad y sus efectos nocivos para la piel.

¿Después de exponernos durante millones de años?

¿Qué está pasando ahora?

El cuerpo sabe protegerse solo del sol. O sabía

El sol es uno de tus mejores aliados. Desde la vitamina D que aporta, hasta sus beneficios para tu sistema inmune, para tu huesos… Es la base de la vida y no puedes (ni debes) esconderte de él. 

Exponerte a él determina tus ritmos circadianos, la salud de tu piel, del tejido adiposo, alimenta a las mitocondrias de tus células y les da energía para que pases el día. Bueno, la lista es muy larga.

Como animales que habitamos este planeta, estamos adaptados a vivir en la luz y en la oscuridad, y según el momento del día o de la noche, nuestro cuerpo sabe qué funciones y recursos tiene que activar para mantenerte sano.

Durante el día, lo hace coordinando las diferentes funciones biológicas y de noche, regenera, repara, desintoxica.…

Pero para eso, necesita saber si es de día o de noche.

¿Cómo lo hace?

Sobre todo por los ojos, pero en el cuerpo tienes más sensores que actúan como fotorreceptores.

Y eso espera tu cuerpo de ti.

Que te expongas al sol. Pero que lo hagas bien. 

 Y no, no lo estás haciendo. 

El famoso callo solar

Como te decía, tu cuerpo es capaz de regularse según la luz.

Y para eso, tienes que hacerlo como él está esperando que lo hagas, exponiéndote al sol de día y a la oscuridad de noche.

Podríamos decir que la clave está en el espectro de luz infrarroja, que son aquellos tonos de luz más rojizos que se producen en el amanecer y el atardecer.

La luz está formada por ondas electromagnéticas, y según su longitud de onda el color de la luz va desde el infrarrojo (ondas de menos energía) hasta el ultravioleta (frecuencia más energética) con una escala de colores no visibles para el ojo humano que van del uno al otro.

En el amanecer y en el atardecer, recibes el triple de luz roja que de azul (luz más blanca y brillante que emite el sol en las horas centrales del día), y al mediodía, tenemos el 50% de cada una de ellas.

Exponerte a primera y última hora del día a la luz más rojiza es lo que te prepara para recibir los rayos de sol del mediodía y que esa luz azul sea beneficiosa y no dañina.

La luz roja evita el envejecimiento prematuro, ayuda a que la vista no empeore con la edad y ayuda a activar muchas otras funciones biológicas.

Por eso es tan importante que te expongas a la luz del sol, al menos 10 minutos al principio o al final del día. Si lo haces a primera hora de la mañana, además, te ayuda una barbaridad a sintetizar vitamina D.

Pero no vale que lo hagas un día. Los beneficios son acumulativos. Hazlo cada día para que vayan en aumento.

Lo que no es normal es empezar el día a plena luz de bombilla y que a media mañana te vayas a la playa a broncearte. Porque te vas a quemar. Y lo notas. En ese momento, en el que notas la piel caliente, deberías cubrirte con una prenda o mejor, quitarte del sol.

Porque piensas que lo peor es quemarte, y ese es otro gran malentendido.

En la piel tenemos 4 capas, y la primera es la más fuerte y la que se regenera con mayor facilidad.

También es la que más proteges, con la crema solar (te hablo de ellas en un rato).

Estas cremas frenan los rayos UVA y si recibes de más, no te vas a dar cuenta porque no te estás quemando, pero otras longitudes de onda sí van a entrar a las capas más profundas de tu piel, como la fascia, el tejido adiposo… y éstos tardan más en renovarse. Con las cremas solares pierdes esa señal que te da tu cuerpo de que ya has tomado suficiente sol.

¿Cómo conseguir entonces el famoso callo solar?

 Esta palabra tan de moda no significa más que desarrollar una buena tolerancia al sol.

No se trata, como se suele decir, de cometer locuras ni de dedicarse a tomar el sol para ser los más morenos de la oficina a la vuelta de las vacaciones.

El bronceado es un efecto secundario, pero no es el objetivo.

Ya lo he dicho antes. La exposición responsable, para exprimir todos los beneficios solares.

¿Quieres tomar el sol a mediodía? Asegúrate de tomar los primeros rayos del día, te ayudarán a sintetizar la vitamina D, a estimular la producción de melanina y además, si lo haces a diario, conseguirás que la penetración de los rayos sea superficial.

Pero escucha a tu cuerpo. Aprende a identificar cuándo te dice que ha llegado el momento de ponerte a la sombra. 

Los 3 grandes fallos que confunden a tu cuerpo en la exposición al sol

1. Huir del sol todo el año salvo en verano.

Y empezar a tomarlo sin adaptación, de forma intermitente e intensiva. 

Llámalo callo solar, exposición responsable o respetar los ritmos de tu cuerpo.

Tomar el sol durante horas, usando cremas para no enrojecer no es la solución. Tranqui, enseguida hablamos de las cremas.

Mi consejo aquí es que te acostumbres a exponerte unos 15 minutos diarios al sol. No en verano. No unos meses. Haz de esto una rutina diaria durante todo el año. En serio. Te alegrarás.

2. Las pantallas y la luz artificial.

Suena el despertador en una habitación a oscuras. Fuera es de día. Esos famosos rayos tan necesarios a primera hora.

Pero tú, en lugar de subir la persiana y aprovechar ese regalo mañanero, enciendes la luz.

Una luz azul, fría y que necesitas en un 25% nada más, en lugar del 100% que estás recibiendo.

Tus células no entienden nada, tus ojos no se han adaptado.

Pero no sólo los ojos.

Esos rayos de luz artificial, al igual que el resto de radiaciones electromagnéticas que percibes, están influyendo en tus células y confundiéndolas.

Haces tu vida en casa y luego, a mediodía, te vas a tomar el sol a la playa.

¿Lo ves? Seguro que a estas alturas, tú mismo tienes la respuesta.

Por no hablar de esos despertares nocturnos en los que lo primero que haces es coger tu móvil. Absorber esa cantidad de luz azul a deshoras también desorganiza tus funciones biológicas.

3. Las gafas de sol.

Si los ojos son uno de los principales sensores de luz y fotorreceptores del cuerpo y tú los tapas, no serás capaz de transmitir esa información a tu cuerpo, que no sabrá si es de día, noche, atardecer, o qué tiene que hacer.

¿Te quemas más rápido cuando te quedas dormido en la playa? Claro. Tu cerebro no ha recibido ese estímulo y no sabía que tenía que ponerse las pilas.

El resultado de todo esto es un cacao en tu cerebro a la hora de responder a los estímulos que no sólo hace que sea menos efectivo para protegerte del sol, sino para todo lo que te he contado hasta ahora.

 ¿Mi consejo?

Empieza a introducir pequeños cambios en tus hábitos y en tu relación con el sol.

Lo vas a notar.

Pero quieres ir a la playa.

La vida es como es y las vacaciones llegan una vez al año.

Vale.

Quieres estar al aire libre y tomar el sol todo lo que se pueda.

Lo entiendo.

En ese caso, protege tu piel. Pero hazlo bien.

El factor de protección solar

Todos los productos de protección solar protegen de los rayos UVB. También tienen que hacerlo de los UVA.

Este numerito (el famoso SPF en inglés) te dice cuánto tiempo puedes exponerte al sol sin quemarte, siempre que hagas un buen uso del producto. 

Pero esto no es una respuesta universal, sino que tienes que adaptarla a tu tipo de piel. Si eres muy claro de piel y te quemas en 10 minutos, con un protector 50 podrás estar 500 minutos sin quemarte, por ejemplo.

Si tardas 30 minutos en ponerte rojito, 30 x 50.

Pero estos cálculos se hacen siempre teniendo en cuenta que te hidratas bien, que usas otros elementos (no deberías estar tanto tiempo expuesto a la luz directa si no tienes costumbre) y que te pones la cantidad adecuada de crema, porque tiendes a aplicar la cantidad mínima para no quedarte blanco, y así no te proteges bien.

¿Filtro físico o químico?

Aquí empieza el quid de la cuestión.

Porque no es lo mismo protegerte que cómo lo haces.

En toda la gama de protectores solares que hay en el mercado, se usan diferentes elementos para crear esa barrera que tu piel necesita. 

La diferencia es el filtro, y puede ser físico o químico (también biológico, pero aquí no entraré hoy). 

El filtro químico lo encuentras en la mayoría de protectores del mercado. 

Se compone de sustancias que la piel absorbe y cuando penetran los rayos solares, mediante una reacción química dispersa la radiación solar. Pero primero, penetran en la piel. 

Para que sean efectivos, tienes que aplicarlos un buen rato antes de empezar a tomar el sol, alrededor de 30 minutos.

El problema es que estas cremas suelen llevar disruptores endocrinos y nanopartículas, muy nocivas para tu salud, como canfenos, cinamatos o benzofenonas, que están incluso prohibidos en algunos países. Te cuento un poco más abajo. 

Por no hablar del daño que estos productos provocan sobre todo a la flora marina, corales, plancton…

El filtro físico, por el contrario, ayuda a que la piel se proteja de forma natural, mediante minerales y otros elementos naturales, forman una barrera en tu piel que directamente dispersa y rechaza la entrada de los rayos ultravioleta en tu piel.

Las pieles sensibles, con alergias y otras patologías agradecen este tipo de filtro, pero en realidad, es el que cualquier piel sana necesita recibir. No hay mejor tratamiento que la prevención.

Los filtros físicos más frecuentes son el óxido de zinc (para los UVA y UVB) y el dióxido de titanio (para los UVB), mezclados con otros ingredientes que se extraen de la naturaleza y que ayudan a que la piel se proteja por ella misma y a la vez se mantenga nutrida e hidratada.

Cuando hablo de ingredientes, me refiero a esos que complementan al filtro.

Por ejemplo, en el caso de los filtros físicos, los más frecuentes son:

  • Aceite de zanahoria.
  • Aceite de aguacate.
  • Aceite de coco.
  • Karité.
  • Plantas y algas.

Quizás te sorprenda encontrar en esta sección al dióxido de titanio, porque este elemento, en forma de nanopartícula, es muy nocivo si lo ingieres. Pero en los productos de protección solar, como no penetra en tu piel (siempre y cuando sea no nano), no lo es.

Sin duda el elemento estrella en la protección natural es éste, el óxido de zinc, porque ejerce esa doble protección, frente a las quemaduras de los rayos UVB y al envejecimiento prematuro de la piel que provocan los UVA.

Como todos los filtros minerales, la protección es inmediata (la piel no tiene que absorberla para ser efectiva).

Además, es uno de los elementos mejor tolerados por las pieles sensibles, mucho más que cualquier opción con químicos.

Ojito a los disruptores endocrinos y a las nanopartículas

Los disruptores endocrinos son unas sustancias químicas que pueden alterar el sistema hormonal, en especial las de tu sistema endocrino. 

Pero ten en cuenta que todo nuestro organismo funciona a través de hormonas, imagina lo importante que es cuidar esto. Desde el estrés, pasando por el descanso, la fertilidad, un embarazo sano, hasta tu propia energía.

Tus células se comunican entre ellas gracias a los receptores hormonales, y lo hacen con una precisión absoluta, porque es vital, nunca mejor dicho, que ese proceso sea perfecto.

Estos disruptores están presentes en una infinidad de cosas que usas a diario: cremas o productos para el cuerpo, plásticos, maquillajes, protectores solares, utensilios de cocina y hasta en la ropa.

¿Has visto alguna película de ladrones, en las que organizan un robo a un banco segurísimo, copiando credenciales y fingiendo que son las personas autorizadas para acceder? Y una vez dentro, redirigen todo para que el robo sea un éxito.

Pues algo así ocurre en tu cuerpo con ellos.

Las hormonas mandan mensajes a las células, y los disruptores imitan ese comportamiento. ¿Cómo? Pues amplifican el mensaje, lo disminuyen o lo modifican por completo. 

Hay científicos dedicando sus carreras a estudiar sus efectos desde hace años y avisan de que no es necesaria que la exposición a estos disruptores sea altísima, porque algunos ya, en niveles muy bajitos, causan estragos en tu organismo.

¿Y si ese disruptor endocrino, en lugar de alterar el crecimiento de una célula normal, lo hace en una célula dañada ya presente en tu organismo? La respuesta debería hacer que empieces ya a cuidar todo lo que aportas a tu cuerpo, desde lo que comes, a lo que te pones.

Las nanopartículas son partículas de tamaño muy reducido. No hacen el daño de la misma forma que los disruptores endocrinos, pero al ser tan pequeñas tienen la capacidad de penetrar en la célula y dañarlas desde dentro.

Qué ingredientes evitar en tu protector solar

La lista puede ser muy larga, y bastaría con decirte que busques algún protector que incluya el ingrediente óxido de zinc no nano en su INCI.

Eso debería bastar para que sea seguro.

¿Hay una lista enorme de ingredientes específicos? Sí, pero es larga y pesada, y no creo que tenga espacio aquí. 

Si te interesa tenerla, pídemela, te la paso encantada.

Entonces, ¿qué uso? Comparto mis productos favoritos contigo


Incluso teniendo en cuenta todo lo anterior, puede haber momentos en los que la exposición sea más prolongada y se hace inevitable el uso de cremas solares. También en caso de que tengas una piel más sensible, o si haces una excursión de un día entero por ejemplo.

Y para estos casos…

Llevo años probando productos que mantengan mi cuerpo y el de mi familia lejos de estas sustancias tan nocivas.

En esta labor, he confiado en muchas marcas, y te aseguro que teniendo en cuenta estos consejos, hay una buena gama en el mercado que no te defraudarán.

Sin duda, si tengo que recomendarte una, siempre será Dioleo, no sólo por sus protectores solares, sino por toda la gama de productos saludables y libres de tóxicos que componen su catálogo.

Hace muchos veranos que sólo uso sus protectores solares, y haciendo un uso responsable del sol, noto grandes cambios en mi piel.

Lo usa mi familia, lo recomiendo a mis amigos, a mis pacientes. Y por supuesto, te lo recomiendo a ti, que has llegado hasta aquí y ya tienes la necesidad de empezar a cambiar algo en tu rutina solar.

Por eso te hago un regalo, y es un 10% de descuento para que hagas tus compras en www.dioleo.com con el código MARTAP10.

No dejes el cuidado de tu cuerpo y del de los tuyos para mañana.

¿Necesitas consejo o no sabes por dónde empezar? Pasa, es por aquí.

Fisioterapeuta en Sevilla Marta Pichardo

Marta Pichardo
Fisioterapeuta col. nº4150

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